¡Aves que cuentan!
Los pájaros nacen de la punta de los árboles
Los árboles que veo en vez de fruta, dan pájaros.
….los pájaros hacen cantar a los árboles.
… Amo a los árboles, principalmente a los que dan pájaros.
Rui Belo (poeta portugués)
(Cebaldo) Hablemos Jorge de las aves y su mundo, un asunto que muy bien conoces y que a mí, como a tanta gente en el mundo, me encanta, me fascina. Tengo en casa varios libros sobre aves, sobre pájaros, entre ellos dos que son como pequeñas biblias, o mejor, como cosmogonías portátiles. Uno tuyo, “Qué Vuela ahí? Guía para conocer, apreciar y proteger las aves de la ciudad de Panamá” y otro del grupo Wagibler y Mónica Martínez “Una guía ornitológica y cultural a las aves de Gunayala”.
Así como las historias que me contaron y cantaron desde niño - y se continúan cantando en los Onmaget Nega -, libros como estos van señalándome caminos en la vida.
(Jorge) Antes que nada Cebaldo, quiero recordar que cada mes al salir la Luna Llena soltamos al éter estos escritos alunados, principalmente porque buscamos transmitir atención y cariño a algún detalle de la belleza y de la bondad que a pesar de los pesares, en este mundo existen. Para nada somos ni seremos aguafiestas. Pero hoy nos duele muchísimo el alma por el golpe de estado en Bolivia. Y por el fascismo que en esa tierra hermana pretende instalarse. ¡No saben, no imaginan, el valor y la dignidad de ese pueblo y sus ancestros! Volverá a imperar la ley y la alegría en la vida de nuestros hermanos y hermanas bolivianos: de eso estamos seguros. ¡Pero no nos quedemos de observadores, como si ese asunto no fuera nuestro!
Ahora sí, podemos continuar. Al igual que nos sucede ante un niño - incluso ante cualquier animalito “cuando es niño” - o ante la belleza de un cristal o plantas en flor, cuando de repente nos descubrimos viendo un ave con atención la sensación que sentimos en el espíritu es particularmente grata, tierna. ¿Lo has percibido, no es cierto?
Será su gracia - acompañada muchas veces con fragilidad -, sus ganas de vivir, su canto o simplemente su hermosura… pero las aves del cielo potencian al humano que les presta atención. Nos sacan “algo” que aun tenemos entre las costillas... Por eso se hizo realidad el libro que tú mencionas Cebaldo, y que yo siempre quise escribir cuando fuera grande.
(Cebaldo) Cuentan los Mayores, los Poetas y los Nergan (sabios) de mi aldea, que los días iniciales de la Tierra eran tiempos de misterios y miedos. Hombres y mujeres no sabían aún muchas cosas y normas de la vida, ni del lenguaje de las aguas, ni de los señales del viento; ni imaginaban que las plantas y árboles entendían el lenguaje de los hombres. Eran también, tiempos de búsquedas, de descubrimientos, de construcciones.
Y los Nergan entonces, decidieron, que era urgente y necesario ir y aprender de otros mundos y universos, de otros reinos y esferas, donde ya se vivía mejor, donde ya muchas dudas no eran misterios. Así se lanzaron cada uno de ellos a su tarea de investigador, de aprendiz y de futuros maestros: uno al mundo de las aguas, otro al mundo de las plantas y árboles, otro al mundo de las rocas, del viento…y entre ellos un personaje, Wagibler fue hacia el mundo de las aves, de los pájaros!
Cuentan que desde muy joven, Wagibler, se interesaba por la vida de los pájaros. Y vivió un tiempo en su reino. Estudio su lenguaje y formas de vivir, sus cantos y sus secretos, sus vuelos, las formas de dividir el trabajo, cómo cuidan a sus hijos, cómo los pájaros jóvenes aprenden de los adultos mientras sueñan. Y estudió la importancia del sueño en la memoria y en los procesos de aprendizaje; la utilización sabia y sana de los elementos del universo onírico. Descubrió, entre otras cosas, que el canto de las aves anuncia el agua que caerá del cielo. Una sabiduría de la Naturaleza, para aprender y compartir. Sabiduría de las Aves, de las Plantas y las Aguas.
(Jorge) Por supuesto: los Nergan de tu aldea tuvieron mucha razón al enviar a esos emisarios. Para aprender del mundo de las aguas, de las plantas, de los animales… ¡Ojalá siguiéramos hoy su ejemplo!
Así, en estos tiempos de fin de año cuando uno considera lo vivido en el año que termina y lo por vivir en el que empieza, cuán bueno sería que evaluásemos también cuánto nos hemos acercado o no, a Natura. ¡Hasta nos resfriaríamos menos si comiéramos, respirásemos, viviéramos más naturalmente! Y no hablo de dejar la ciudad. Hay una frase que viene a pelo aquí, en “Homo Deus”, libro de Yuval Harari: “Homo sapiens hace todo lo que puede para olvidarlo, pero es un animal”
Cualquier especie, fuera de lo mínimo “natural” en su entorno, por semanas, meses, décadas, sencillamente se seca compadre. Que las aves nos enseñen, nos recuerden el 2020, que debemos acercarnos más a la naturaleza y a la sabiduría que ella ofrece.
(Cebaldo) En cada aldea Kuna esta sabiduría y estas enseñanzas se comparten, junto con la importancia de la danza, el respeto por los Mayores, el tiempo que se da a los niños - en la Casa Grande (Onmaget Nega), en las academias y escuelas tradicionales de médicos y especialistas y en la voz de los últimos poetas de la aldea.
Las aves nos hacen soñar y pensar, simbolizan la libertad y sobre todo nos dicen que no estamos solos, qué buen “augurio” para las ciudades, las aldeas y sus habitantes.
Quién sabe, qué sueños y qué cantos escuchamos, almacenamos, estudiamos y ensayamos, y qué variaciones aprendemos y producimos cada noche, muchas veces de miedos y dudas, otras de alegrías y certidumbres.
Ojalá en esas noches y en esos sueños inventemos nuevos vuelos, nuevas solidaridades y sueños compartidos. ¡Son los deseos de vuestros amigos y cómplices, Cebaldo Inawinapi y Jorge Ventocilla!
Diciembre de 2019.
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Cebaldo Inawinapi y Jorge Ventocilla