Sinbunnubormo: La Maleta Mágica
Nadie sabe quién fue el primero que las descubrió; dicen algunos que fue un cura claretiano, otros que un Saila, que una maestra, muchos que un contrabandista…quién quiera que haya sido, fue un “inventor” genial ¡Qué descubrimiento!
Envases que un día sirvieron para guardar “colitas de puerco” u otras mercancías, hoy acompañan a los anaimar por todos lados. En todos sus viajes. Son las famosas maletas dules. Los Sinbunnubormo.
Sirven para llevar ropas, libros, hamacas, cosas de baño, cangrejos y mariscos todo y cualquier cosa. Un cura, cuando viaja guarda religiosamente, en un “sinbunnubormo”, su pequeño computador y otros instrumentos de tecnología de punta, no confía en nada más.
Si por un azar se hunde el cayuco, el sinbunnubormo sirve como salvavidas, ya que flota, no se hunde, además es impermeable e incluso en casos de urgencia se puede desocupar para achicar el agua del cayuco. A falta de bancos sirve como asiento. Me cuenta Kinyapiler que en muchas comunidades lo han adoptado como unidad de medida para medir arena, piedras o cascajo. ¿Y cuando no viaja? Ya lo he visto con agua, o con chichas e incluso lleno de cervezas en tiempos más alegres. Es de uso múltiple, versátil.
¿Quienes los utilizan? Sailas y antropólogos, misioneros y maestras, contrabandistas y militares, poetas y deportistas, artesanas y agricultores, nómades y científicos, niños y ancianos. Todos.
También funciona como arca o baúl de los recuerdos, archivo de memorias y otras nostalgias y melancolías. “Allí está colgado” - me dijo una vez la hermana de Blas, en Gardi, - “es de Mónica, allí están sus cosas”. Y sé de otro sinbunnubormo que lleva años esperando a su dueña, Sipor, esta escrito con grandes letras rojas en la maleta-memoria. ¿Qué secretos guardará? ¿Qué sibilinos misterios esconde? Cuando entras en una chocita kuna, es normal encontrar colgados estos famosos guardadores de historias.
Y se puede comprar en el Mercado Público y en otros lugares por tan solo uno o dos dólares. Sí, la maleta más completa del mundo, es la más barata también.
En una navidad, ofrecí a un ángel uno de estos ArteFactos - a los ángeles nunca sabemos qué darles, tienen todo (eso pensaba yo) - lo envolví en papel regalo y dentro coloqué dos mangos, unos poemas y un pequeño Nuchu y desde entonces este ángel me cuida, aparece en mis sueños, a veces se turna con mi domador de pesadillas.
Créanme, da resultado, ofrezcan estas maletas, ¡son mágicas!