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Mis nacimientos

“Nacemos varias veces, nacer sin fin…exorcizando a la muerte”

Mi primer nacimiento fue en Usdup, una de las 366 islas que conforman el Archipiélago Kuna, allí fui recibido por alegres parteras y mis abuelitas, entre el humo de cacao y los cantos tradicionales, como reciben a todos los niños dules. Mamá, la maestra de la aldea, tenía su primer crío y papá, maestro también en la aldea vecina – Ogobsucun – sembró en compañía de sus amigos mi placenta y el cordón umbilical en el generoso bosque, en la selva al frente de la isla, alimentando tierra y árboles.

Crecí entre los libros y cuadernos de mis padres, y las carcajadas de mis tias, entre las historias y cuentos de mi Tio Fred, el cantor de “blues” y poeta – pescador y mi primer cuentacuentos y que me regaló con sus historias, los primeros y hermosos e intensos colores de mi vida, Tio Fred era ciego!

Crecí con las terapias de mi abuelo Federico – joven guerrillero de los dramáticos y fundacionales dias de 1925, cuando el pueblo Kuna creó una Republica Independiente – sin embargo mi abuelo nunca me habló de rabias, de venganzas, ni de odios; al contrario su lenguaje fue el de las plantas y las terapias, de la ternuras y los Nuchus, fue un extraordinario médico y cada verano, por lo menos durante un mes, me sometía a sus cuidados: con flores, agua fresca del generoso rio Abudi, plantas especiales, cortezas de árboles, cantos mágicos, humitos de cacao, todo junto para mis baños medicinales y de alimentos solo frutas y peces del mar kuna, para las terapias del cuerpo y del alma…..hasta mis 16 años, cuando se me fué, a cruzar los ríos sagrados para la Matria final, sembrándose, en el bosque que tanto amó.

Y tenía en mi isla mágica, la complicidad y amistad de mis amigos. Toda la isla era nuestra casa, nuestro patio el mar y la ternura y los ojos atentos de los habitantes de la aldea. Si estaba cansado de los juegos, si tenia sed o hambre, o simplemente quería descansar o escuchar una historia, entrábamos en la casa más próxima. Y seguro que en otro extremo de la isla, eso también ocurría con otros niños.

Años después me recibió otra aldea mayor, inmenso, sensual, a veces furioso; mi ciudad de Panamá. Nuevas experiencias, nuevos nacimientos!